La doctora e
investigadora británica Linda Long ha conseguido transformar la estructura
molecular de las proteínas de plantas como el perejil, el tomillo o el romero
en composiciones musicales demostrando así que cada planta tiene su propia
melodía preprogramada. Este descubrimiento podría utilizarse con fines
terapéuticos. De ahí que su objetivo ahora sea traducir a música la
secuencia de las proteínas de los órganos humanos para permitirnos conocer cómo
suena cada uno de ellos y nosotros mismos en conjunto. Se lo contamos en
detalle.
De la música participan
no sólo los seres humanos sino las demás especies: los pájaros hacen música,
las serpientes se sienten hechizadas por ella, las ballenas y delfines la
utilizan para comunicarse y ahora, además, una investigadora y compositora
británica llamada Linda Long ha descubierto que cada planta tiene su
propia melodía programada en sus proteínas. La doctora Long ha logrado grabar
un CD de 25 minutos de duración que incluye las melodías de cinco plantas tan
comunes como el perejil, el romero, el tomillo, la mostaza o el trébol blanco.
Su pretensión es utilizar esta música molecular para curar enfermedades y
lograr traducir a música las melodías “ocultas” en los órganos humanos.
La música es un lenguaje que posee componentes universales que atraviesan todas las fronteras de edad, sexo, raza, religión y nacionalidad y es una de esas pocas cosas que pueden afectarnos a todos los niveles (físico, mental, espiritual y emocional). Es el idioma más universal pues ha formado parte de la vida del ser humano en todas las culturas desde el principio de los tiempos. De hecho, tenemos muchas más disposiciones musicales de las que imaginamos. Podríamos decir que toda persona es musical, que lo es el mundo que nos rodea e, incluso, el universo en el que estamos inmersos. En este sentido, cabe mencionar la experiencia de dos profesores de la Universidad de Yale (EE.UU.) quienes, en 1976, aplicando las leyes y anotaciones descubiertas por Keppler (un astrónomo del siglo XVII) y mediante un ordenador conectado a un sintetizador musical, consiguieron una grabación de media hora en la que cada planeta del sistema solar generaba una vibración sonora única y que, al ser mezcladas, producían una melodía armónica inigualable.
En el caso que nos ocupa los protagonistas no son los planetas sino las plantas que, según esta investigadora, producen música, una música diferente a cualquier otra y que -tal es su pretensión- podría al parecer ser utilizada con fines terapéuticos.
Otra experiencia similar es la de un pequeño grupo de biólogos y de músicos norteamericanos que desde hace más de 20 años consiguen generar a partir de secuencias genéticas lo que denominan “música del ADN”. A este respecto, la doctora Long cree que su “música molecular” va más lejos porque utiliza la estructura tridimensional completa de la molécula y no sólo su secuencia lineal.
La música es un lenguaje que posee componentes universales que atraviesan todas las fronteras de edad, sexo, raza, religión y nacionalidad y es una de esas pocas cosas que pueden afectarnos a todos los niveles (físico, mental, espiritual y emocional). Es el idioma más universal pues ha formado parte de la vida del ser humano en todas las culturas desde el principio de los tiempos. De hecho, tenemos muchas más disposiciones musicales de las que imaginamos. Podríamos decir que toda persona es musical, que lo es el mundo que nos rodea e, incluso, el universo en el que estamos inmersos. En este sentido, cabe mencionar la experiencia de dos profesores de la Universidad de Yale (EE.UU.) quienes, en 1976, aplicando las leyes y anotaciones descubiertas por Keppler (un astrónomo del siglo XVII) y mediante un ordenador conectado a un sintetizador musical, consiguieron una grabación de media hora en la que cada planeta del sistema solar generaba una vibración sonora única y que, al ser mezcladas, producían una melodía armónica inigualable.
En el caso que nos ocupa los protagonistas no son los planetas sino las plantas que, según esta investigadora, producen música, una música diferente a cualquier otra y que -tal es su pretensión- podría al parecer ser utilizada con fines terapéuticos.
Otra experiencia similar es la de un pequeño grupo de biólogos y de músicos norteamericanos que desde hace más de 20 años consiguen generar a partir de secuencias genéticas lo que denominan “música del ADN”. A este respecto, la doctora Long cree que su “música molecular” va más lejos porque utiliza la estructura tridimensional completa de la molécula y no sólo su secuencia lineal.
LA MÚSICA DE LAS
PLANTAS
La doctora Linda Long,
licenciada en Bioquímica por la Universidad de Exeter (Gran Bretaña), es además
investigadora en medicinas complementarias y lleva años investigando la
eficacia de la homeopatía, las hierbas medicinales y la musicoterapia.
Pues bien, tras cinco años de intenso trabajo -reconocido con el Premio a la Invención y la Innovación de la Fundación Británica para la Ciencia, la Tecnología y las Artes- ha conseguido transformar la estructura molecular de las proteínas de plantas comunes en composiciones musicales y, así, ha descubierto que plantas como el perejil, la salvia, el romero o el tomillo -entre otras- tienen su propia melodía preprogramada.
El premio le ha sido concedido para que desarrolle su trabajo como una herramienta para enseñar y analizar las complejas estructuras biológicas y para hacer música con fines terapéuticos.
“La música molecular-así la define su descubridora- supone un fascinante e innovador vínculo entre los aparentemente dispares mundos de la música y la biología ya que significa generar música a partir de las proteínas y, en concreto, de sus estructuras terciarias (tridimensionales)”.
Pues bien, tras cinco años de intenso trabajo -reconocido con el Premio a la Invención y la Innovación de la Fundación Británica para la Ciencia, la Tecnología y las Artes- ha conseguido transformar la estructura molecular de las proteínas de plantas comunes en composiciones musicales y, así, ha descubierto que plantas como el perejil, la salvia, el romero o el tomillo -entre otras- tienen su propia melodía preprogramada.
El premio le ha sido concedido para que desarrolle su trabajo como una herramienta para enseñar y analizar las complejas estructuras biológicas y para hacer música con fines terapéuticos.
“La música molecular-así la define su descubridora- supone un fascinante e innovador vínculo entre los aparentemente dispares mundos de la música y la biología ya que significa generar música a partir de las proteínas y, en concreto, de sus estructuras terciarias (tridimensionales)”.
CÓMO SE HACE “MÚSICA
MOLECULAR”
Con la ayuda de un
amigo matemático, Linda Long ha diseñado un programa informático que traduce
las secuencias de proteínas de cada planta a notas musicales lo que le permite,
con un sintetizador, formar melodías completas. Esta doctora -que toca el
órgano y compone al tiempo que estudia las proteínas de las plantas para su
proyecto de investigación en medicinas complementarias- ha grabado las melodías
creadas por las proteínas del perejil, la mostaza, el trébol blanco, el romero
y el tomillo.
Según la doctora Long, “las melodías son específicas de cada proteína. Cada proteína puede dar lugar a una composición musical diferente de forma que si un organismo contiene 100 proteínas pueden producirse 100 composiciones distintas a partir de ese organismo. Las secuencias de notas derivan de las estructuras naturales de proteínas sin manipulación. Yo no tengo control sobre eso. Es música derivada de fuentes naturales que se encuentran en toda forma de vida. Puede considerarse música orgánica”.
Explica la doctora que cada organismo contiene infinidad de proteínas, compuestas a su vez por un número indefinido de estructuras terciarias o tridimensionales. Cada una de esas estructuras terciarias puede ser cristalizada para su estudio. Esa cristalización se hace con un haz de rayos X con los que se consigue una radiografía de las estructuras tridimensionales de la proteína de la que se quiere extraer la melodía.
Después se asigna una nota musical a cada estructura terciaria de la proteína y se introduce la radiografía en el ordenador diseñado por el equipo de trabajo de la doctora Long. Mediante unos complicados parámetros dados por el matemático, el programa informático irá leyendo la secuencia completa de la proteína y fijará una nota musical para cada estructura terciaria. El ordenador repetirá las notas musicales tantas veces como se repitan las estructuras específicas. De esta forma, a medida que se va descifrando la secuencia completa de la proteína se va produciendo música a través de un sintetizador incorporado al ordenador. Así se compone la melodía concreta de esa proteína determinada. El proceso se repite hasta obtener la melodía de todas las proteínas para obtener la composición musical completa de la planta.
“Las diferencias entre las estructuras de las proteínas son difíciles de detectar cuando se perciben visualmente como un modelo tridimensional pero son mucho más obvias cuando se expresan como música porque los humanos tenemos un oído muy agudo-afirma la doctora Long-. Cuando introduje los datos en el ordenador escuché una secuencia de notas y me di cuenta de que las estructuras de la proteína formaban más una melodía que una sucesión de notas musicales sin orden. Lo que hice fue acompañar lo que había oído con unos arreglos de fondo para complementar la melodía de la proteína”.
Esta investigadora espera seguir perfeccionando la tecnología mientras se concentra en su potencial educativo y musical. El Financial Times ha definido a Linda Long como “pionera en una nueva frontera entre el arte y la ciencia” por encontrar el camino para hacer que las proteínas canten. “Aunque no literalmente, por supuesto”, añade el diario británico.
Las melodías del tomillo, el romero, el perejil, la mostaza y el trébol blanco han sido ya recogidas en un CD titulado Música de las plantas que dura 25 minutos y puede ser escuchado en la página web de la doctora Long (www.molecularmusic.com). Según ella, “este CD presenta piezas musicales que ofrecen una visión única del reino de las plantas, reino que ha sido fuente de inspiración y salvación para la humanidad desde el amanecer de los tiempos. La música no está limitada por las palabras o por la lógica por lo que puede comunicar con nosotros a niveles más profundos liberándonos para experimentar directamente la esencia de todas las formas de vida y permitiéndonos adentrarnos en la voz de la naturaleza”.
Sus próximas investigaciones se centrarán en obtener música de las proteínas de diferentes órganos del cuerpo humano pues, según cree, “toda forma de vida contiene proteínas que pueden ser traducidas al lenguaje de la música. Espero con ilusión poder escuchar cómo suena el cuerpo humano”.
Si las investigaciones de esta doctora se desarrollan según lo previsto, pronto podremos escuchar la melodía interna, particular y única de cada ser humano, singular forma de saber algo más sobre nosotros mismos.
Según la doctora Long, “las melodías son específicas de cada proteína. Cada proteína puede dar lugar a una composición musical diferente de forma que si un organismo contiene 100 proteínas pueden producirse 100 composiciones distintas a partir de ese organismo. Las secuencias de notas derivan de las estructuras naturales de proteínas sin manipulación. Yo no tengo control sobre eso. Es música derivada de fuentes naturales que se encuentran en toda forma de vida. Puede considerarse música orgánica”.
Explica la doctora que cada organismo contiene infinidad de proteínas, compuestas a su vez por un número indefinido de estructuras terciarias o tridimensionales. Cada una de esas estructuras terciarias puede ser cristalizada para su estudio. Esa cristalización se hace con un haz de rayos X con los que se consigue una radiografía de las estructuras tridimensionales de la proteína de la que se quiere extraer la melodía.
Después se asigna una nota musical a cada estructura terciaria de la proteína y se introduce la radiografía en el ordenador diseñado por el equipo de trabajo de la doctora Long. Mediante unos complicados parámetros dados por el matemático, el programa informático irá leyendo la secuencia completa de la proteína y fijará una nota musical para cada estructura terciaria. El ordenador repetirá las notas musicales tantas veces como se repitan las estructuras específicas. De esta forma, a medida que se va descifrando la secuencia completa de la proteína se va produciendo música a través de un sintetizador incorporado al ordenador. Así se compone la melodía concreta de esa proteína determinada. El proceso se repite hasta obtener la melodía de todas las proteínas para obtener la composición musical completa de la planta.
“Las diferencias entre las estructuras de las proteínas son difíciles de detectar cuando se perciben visualmente como un modelo tridimensional pero son mucho más obvias cuando se expresan como música porque los humanos tenemos un oído muy agudo-afirma la doctora Long-. Cuando introduje los datos en el ordenador escuché una secuencia de notas y me di cuenta de que las estructuras de la proteína formaban más una melodía que una sucesión de notas musicales sin orden. Lo que hice fue acompañar lo que había oído con unos arreglos de fondo para complementar la melodía de la proteína”.
Esta investigadora espera seguir perfeccionando la tecnología mientras se concentra en su potencial educativo y musical. El Financial Times ha definido a Linda Long como “pionera en una nueva frontera entre el arte y la ciencia” por encontrar el camino para hacer que las proteínas canten. “Aunque no literalmente, por supuesto”, añade el diario británico.
Las melodías del tomillo, el romero, el perejil, la mostaza y el trébol blanco han sido ya recogidas en un CD titulado Música de las plantas que dura 25 minutos y puede ser escuchado en la página web de la doctora Long (www.molecularmusic.com). Según ella, “este CD presenta piezas musicales que ofrecen una visión única del reino de las plantas, reino que ha sido fuente de inspiración y salvación para la humanidad desde el amanecer de los tiempos. La música no está limitada por las palabras o por la lógica por lo que puede comunicar con nosotros a niveles más profundos liberándonos para experimentar directamente la esencia de todas las formas de vida y permitiéndonos adentrarnos en la voz de la naturaleza”.
Sus próximas investigaciones se centrarán en obtener música de las proteínas de diferentes órganos del cuerpo humano pues, según cree, “toda forma de vida contiene proteínas que pueden ser traducidas al lenguaje de la música. Espero con ilusión poder escuchar cómo suena el cuerpo humano”.
Si las investigaciones de esta doctora se desarrollan según lo previsto, pronto podremos escuchar la melodía interna, particular y única de cada ser humano, singular forma de saber algo más sobre nosotros mismos.
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