viernes, 28 de octubre de 2011



Nuestro país, esta nuestra mágica y maravillosa tierra es un sitio lleno de colores, magia y un espíritu festivo que contagia de alegría a todo aquel que lo visita. Su gran riqueza cultural e histórica se combina con la extraordinaria belleza natural de sus playas, selvas y desiertos; sus fiestas y tradiciones guardan esa magia que el tiempo no puede borrar y el corazón de su gente es la esencia que le da un sabor extraordinario a la vida.
La manera en que los nacidos en este hermoso suelo vemos la vida, nos ha permitido desarrollar una serie de celebraciones y fiestas que expresan nuestro sentir. Una de las celebraciones más significativa de nuestro país y que nos ha dado fama mundial, es el Día de Muertos. Cada día primero y dos de noviembre, el pueblo de México se prepara con flores, dulces, ofrendas, panes y papel picado, para recibir a los familiares y amigos que ya no están en este mundo y se dieron una escapadita para visitarnos.
La imaginación de nuestro pueblo le ha dado forma a la muerte y es representada como la calavera, que puede ser una mujer elegante, un artista famoso o cualquier otra forma que nuestro humor permita. Este elemento se volvió parte fundamental en la manera en que se representa a la muerte, gracias al talento y el ingenio del artista plástico mexicano José Guadalupe Posada.
Otra gran manifestación de la alegría de nuestro pueblo es la época de carnaval, cuando las calles y malecones de diferentes ciudades se llenan de color y entusiasmo. Esta celebración es una de las manifestaciones donde la gente de la costa nos comparte su música con ritmos tropicales, su ingenio y sobre todo, la filosofía con que asumen la vida de una manera divertida, despreocupada y con vista al mar.
Siempre hemos manifestado una gran devoción a las celebraciones religiosas y la representación del Vía crucis de Jesús es una de las tradiciones más arraigadas en algunas zonas del país. El pueblo de Iztapalapa se ha convertido en un icono de la fe católica y de la representación de la muerte de Jesús. Todo comenzó en el año de 1833, cuando esta localidad sufrió un ataque de “cólera morbus”, por tal motivo, los sobrevivientes pidieron fervorosamente al Señor de la Cuevita que la enfermedad terminará pronto, a cambio, ofrecieron representar año con año la pasión de Cristo en Semana Santa. Este evento se ha convertido en uno de los actos de fe más grandes del mundo, ya que recibe anualmente a más de dos millones de visitantes.
Otra de las festividades más reconocidas por su colorido y encanto es La Guelaguetza, que se realiza en la ciudad de Oaxaca y es uno de los eventos más representativos de la diversidad cultural con la que cuenta el pueblo de México. La Guelaguetza es un evento artístico en donde las siete regiones que conforman el estado de Oaxaca, se reúnen para presentar sus danzas tradicionales, sus trajes típicos, sus artesanías y todo ese tesoro de sincretismos que ha sobrevivido a lo largo de los siglos. La palabra Guelaguetza significa regalar u ofrendar en zapoteco, por eso todos los participantes de esta fiesta, siguiendo la filosofía de compartir con los demás, regalan al público algún presente típico de su región.
Así pues, el corazón del pueblo de México está acostumbrado a ofrecer al mundo sus encantos y sus tradiciones; nos hemos distinguido por ser un pueblo pintoresco, muy ingenioso y nuestra cultura es una de las más ricas del mundo. Para poder mantener a través del tiempo todos estos elementos que nos distinguen de los demás países, es necesario que afirmemos nuestra identidad y valoremos nuestras raíces; disfrutemos de todo el encanto que guarda nuestro país en su gente, sus ciudades y tradiciones, para así fomentar el orgullo de ser mexicanas y mexicanos!.

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