Conocerse bien a uno mismo representa un primer e importante paso para lograr ser artífice de la propia vida, y quizá por eso se ha planteado como un gran reto para la humanidad a lo largo de los siglos.
La observación de uno mismo permite separarse un poco de su subjetividad, para así verse con un poco de distancia, como hace el artista de vez en cuando para observar cómo va quedando su obra.
Observarse a sí mismo es como asomar la cabeza un poco por encima de lo que les está ocurriendo, y así tener una mejor conciencia de cómo son y qué les pasa. Por ejemplo, es diferente estar muy, pero muy enojado(a), sin más, a estarlo pero dándose uno cuenta de que lo está, es decir, teniendo una conciencia autorreflexiva que les dice: «Cuidado con lo que haces, con tanta ira no lograras nada».
Advertir
cómo estás emocionalmente es el primer paso hacia el gobierno de tus propios
sentimientos.
Comprender bien lo que les pasa tiene un poderoso efecto sobre los sentimientos perturbadores que puedan invadirte, y te brindan la oportunidad de poner esfuerzo por sobreponerte y así no quedar abandonado(a) a su voluntad.
Y
aunque hay muchas personas que son conscientes de pasar por un estado emocional
negativo, no logran salir de él…
Las hay, sin
duda. Son personas que suelen sentirse desbordadas por sus propios
sentimientos, y se dan cuenta de que están pesimistas, malhumoradas,
susceptibles o abatidas, pero se consideran incapaces de salir de ese estado.
Son conscientes de su situación, pero de un modo vago, y precisamente su falta
de perspectiva sobre esos sentimientos es lo que les hace sentirse abrumadas y
perdidas. Piensan que no pueden gobernar su vida emocional y por eso no hacen
casi nada eficaz por salir del agujero en que se encuentran.Hay otras personas que son algo más conscientes de lo que les sucede, pero su problema es que tienden a aceptar pasivamente esos sentimientos. Son proclives a estados de ánimo negativos, y se limitan a aceptarlos resignadamente, con una actitud rendida, de dejarse llevar por ellos, y no se esfuerzan por cambiarlos a pesar de lo molesto que les resulta sobrellevarlos.
Si
piensas entonces que en realidad no son tan conscientes de lo que les sucede…
Te digo que ese pensamiento es Exacto.
Las personas que perciben con verdadera claridad sus sentimientos suelen
alcanzar una vida emocional más desarrollada. Son personas más autónomas, más
seguras, más positivas; y cuando caen en un estado de ánimo negativo no le dan
vueltas obsesivamente, ni lo aceptan de modo pasivo, sino que saben cómo
afrontarlo y gracias a eso no tardan en salir de él. Su ecuanimidad en el
conocimiento propio los ayuda mucho a abordar con acierto los problemas y
gobernar con eficacia su vida afectiva.
¿Pero
cómo distinguir lo que debe sobrellevarse de lo que deben intentar cambiar?
Un profundo y
certero conocimiento de sí mismo, contrastado por la observación atenta del
propio comportamiento externo y de las reacciones interiores, enriquecido por
el consejo de quienes los conocen y aprecian, les permitirá identificar el
verdadero origen de las perturbaciones que inevitablemente experimentaran
siempre a lo largo de su vida.Así avanzaran a buen paso hacia la madurez emocional, tan lejana de esas altivas afirmaciones que poseen algunos y algunas («yo sigo pensando exactamente lo mismo que he pensado siempre», como si la mejor prueba de lucidez fuera no cambiar jamás en nada de forma de pensar), e igualmente lejos de esa variabilidad de quienes cambian constantemente de ideales y olvidan sus convicciones como si fueran una ligera gripe que ya pasaron, o como si el transcurso de los años no les reportara ninguna enseñanza estable.
Así que analiza tus causas, ahí observarás realmente tus errores y sin duda alguna cambiarás.
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