miércoles, 8 de febrero de 2012

ENTRE LA CIENCIA, LA RELIGIÓN Y LA REALIDAD...


Desde pequeños en la escuela los educaban en las materias llamadas Física y Química, y se que para algunas y muchos resultaban muy aburridas, otros vivían con el miedo constante al examen y la mayoría no entendía nada o casi nada.  Al mismo tiempo, los sábados por la tarde, sus mamás los enviaban a la según fuera su religión,  así, por un lado en la escuela, los enterában que todo se movía por una serie de fenómenos a veces casuales y por el otro, en el templo, que todo dependía de un principio divino como causa.

Ambos caminos se  atribuían  la misma creación y  la unidad del Universo,  ya fuera por haberse creado en el primer día por un Dios inteligente que prevalecía y dirigía al mundo a su antojo, o  simplemente, como una consecuencia del desarrollo y la transformación de la energía en material cósmico.

Pasados más de 4 siglos la separación entre lo místico cristiano y lo científico, continua a debate en el mundo occidental, pero ahora en pleno siglo XXI, valdría la pena reconsiderar algunos de esos pensamientos con los que atosigaron su niñez, no creen?...

El gran Albert Einstein propuso que el Universo siempre había sido igual, de alguna manera se reconstituía y por eso no hubo principio ni tendrá fin, para demostrarlo pasó años armando su modelo basado en la conservación de la energía, varias veces anunció haber hallado la respuesta, pero algo fallaba y de nuevo debía comenzar… NADA TIENE PRINCIPIO NI FIN EN EL FINITO SERÁ VERDAD?

Georges Lamaitre, quien además de astrofísico era un sacerdote jesuita, había estudiado las ecuaciones de Einstein para llegar a concluir como todo eso debía tener un principio, una creación; esto desde luego sonaba como una bofetada para los grandes científicos, ¿cómo era posible eso era regresar al superado concepto de aquel Dios creador?

En 1931 propuso como todo se había iniciado desde un huevo cósmico al que nombró Hylam y por tanto el Universo no sería estacionario como pensaba Einstein y otros grandes como Fred Hoyle.  Por el contrario, además de tener un origen se estaba expandiendo,  esto origino la burla de los cosmólogos que proponían el modelo estacionario del Universo y de esa sorna el doctor Hoyle le apodo a la teoría del padre Lamaitre, el Big Bang.

Si Dios creó al Universo – decían algunos - ¿entonces quien creó a Dios?, por esos años en el gran telescopio de Monte Wilson,  los descubrimientos de Edwin Hubble insinuaban como en efecto el Universo se estaba expandiendo a gran velocidad y por tanto debió existir un principio.

A través de los novedosos radiotelescopios, se detecto un ruido de fondo lejano que parecía demostrar ese momento inicial, le llamaron la Radiación de Fondo y al comprobarse resultaba  que el párroco tenía la razón. Por esta vez ciencia y  religión tocaban el mismo puerto, algo que parecía imposible, el padre Lamaitre murió poco después de comprobarse  su teoría como la correcta, hoy se calcula  que la creación de nuestro universo tuvo lugar hará unos 13 700 millones de años.

Poco después, connotados científicos como Julius Oppenhaimer opinaban: “Las nociones sobre el entendimiento humano que se encuentran en la física atómica no están en la naturaleza de las cosas desconocidas, no son nuevas, tienen su historia en el pensamiento budista e hindú,  donde ocupan un lugar central.  Lo que nosotros encontramos en la física atómica y subatómica son un refinamiento de esa vieja sabiduría”.

Por esos mismos años, Werner Heissenberg, amigo y rival de Einstein,  propuso la Teoría de la Incertidumbre, este principio afirmaba como “resultaba imposible medir simultáneamente de forma precisa la posición y el momento lineal de una partícula”.

Tal propuesta como la del padre Lamaitre sacudía los pensamientos de la época y provocaron también la desaprobación pública de Einstein. Con tales descubrimientos Heissenbreg pensaba además que la Física teórica se dirigía hacia la filosofía mística del lejano Oriente, para así poder entender  la sustancia filosófica de la teoría cuántica.

“La teoría cuántica y la relatividad – decía - nos obligan a ver el mundo de una manera más hindú, taoísta y budista,  esta similitud resulta aun más fuerte cuando se trata de combinar las  teorías para describir los fenómenos del mundo sub microscópico”.

“Los cambios producidos en la física moderna – explicaba Fritjof  Capra – han sido ampliamente discutidos por los científicos y filósofos en últimos tiempos, y todo conduce hacia una misma dirección, hacia una visión del mundo similar a la sostenida por el misticismo oriental”.

Al respecto Niels Borh comentaba: “existe un gran paralelismo entre la teoría atómica y las conclusiones propuestas por Buda y Lao Tse, ambas tratando de armonizar nuestra posición como espectadores y actores para resolver lo profundo de nuestra existencia”.

Ya el Bhagavadguita, escrito hará más de cinco mil años, Krishna enunciaba entre muchas otras afirmaciones que el Universo se había creado a partir de un huevo cósmico, explicándolo a través de la expiración de Brahma cuando se expande y su inhalación cuando se contrae para de nuevo comenzar, una lección cosmológica que bien pudo haberse planteado hoy.

Hagamos un nuevo paréntesis para recordar que el nacimiento de nuestra filosofía moderna, comenzó desde las discusiones surgidas  en Europa poco antes a la revolución francesa.

Durante mucho tiempo la disyuntiva consistía en aceptar el nuevo enfoque filosófico material o el viejo espiritual, esto los llevaba al extremo de decidir entre espíritu y materia.  Que fue primero ¿la idea o la materia?,  dividiendo las corrientes entre idealistas y materialistas.

El materialismo dialéctico sería la expresión más acabada de un modelo que  debía moverse por las fuerzas sociales, estas al entrar en contradicción fueron la verdadera causa de la evolución de la humanidad, desde un mítico comunismo primitivo, el feudalismo, el capitalismo, hasta llegar a un estado ideal futuro que sería la dictadura del proletariado.   

Al mismo tiempo, el descubrimiento de las 4 fuerzas llevó al mundo científico a segmentar aun más al Universo, pero por estos caminos sin corazón – diría Don Juan – difícilmente se podría lograr la unicidad, por más y más teorías que se generaban en los grandes círculos de la ciencia, su explicación resultaba sólo mecánica, material y aislada.

En nuestra filosofía Maya sabemos que el uno es parte del todo y no puede separarse, hacerlo resulta solo una ilusión, el universo está en constante actividad, es un Todo y no podemos sustraer cosas aisladas de él, se engaña quien aparta los objetos y se deleita mentalmente con ellos. 

Las cuatro fuerzas descubiertas fueron la gravedad, atómica, electromagnética y subatómica, Einstein murió buscando una quinta que las unificaba todas, llamándole  a su teoría el Campo Unificado, algo así como el Santo Grial para los científicos de aquel tiempo.

 Isaac Newton,  padre de la física moderna,  fue el creador de la primera teoría de la gravedad,  cuentan la descubrió al analizar la caída de una manzana y concluyó en proponer que la gravedad era el efecto de la atracción entre las masas, siendo inversa y proporcional a su fuerza, también propuso que la distancia entre los grandes objetos como el sol y los planetas se definía esta atracción.

Unos siglos después Einstein dijo: “Que me perdone Newton, porque mi Teoría de la Relatividad demuestra que la gravedad se debe en realidad a la curvatura del Tiempo y el Espacio”.

La masa del gran objeto curva el tiempo y el espacio como si este fuera una fina red y permite que los otros con menos masa se queden atrapados en esa curvatura. Los soles están atrapados en la curvatura tiempo espacio de la galaxia, los planetas están atrapados en la curvatura que produce el sol, las lunas en la que producen los planetas y ustedes en el tiempo espacio de la Tierra.

Consideremos el concepto de tiempo en el budismo, explica el Dalai Lama, el futuro no ha llegado y el pasado quedó atrás, pero al hablar del presente, al terminar de decir la palabra ahora, esta ya pertenece al pasado, esto podría llevarnos a concluir que el presente tampoco existe, para negar no solo su concepto mundano, sino también las propias experiencias.

¿En qué situación nos coloca entonces esta observación?, desde luego, dice el Dalai Lama, que la respuesta más satisfactoria sería asegurar que el presente existe, pero es totalmente dependiente del pasado y el futuro. Esto a la vez los lleva a concluir que todo cuanto perciben y experimentan surge como resultado de una serie indefinida de causas y efectos relacionados entres si y toda su perspectiva se transforma. 

Comenzaran pues a entender, por ejemplo, que todo el universo es un organismo vivo en el que cada partícula funciona dentro de una cooperación con las demás y así se mantiene el conjunto; si una de esas partículas perdiera el equilibrio, las demás también, y en esto baso mi mensaje para ustedes de ser TODOS UNO Y UNO TODOS, incluyendo aquí a todo ser vivo manifestado en el planeta, mineral, vegetal o animal. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar, favor de registrarte.