Cuando no estás a gusto
contigo, ni en soledad, ni en silencio,
busca la compañía de alguien, huye de la soledad, busca sentirte en plena
seguridad.
No es algo de lo que haya que avergonzarse, sino algo para tener en cuenta y
trabajarlo.
Esa inseguridad seguirá apareciendo en compañía de otras personas, sean quienes
sean, familia, amigos, conocidos, desconocidos o pareja.
No es un problema de los demás, sino algo en lo que has de profundizar de ti.
Toda sensación, acción o pensamiento que reluzca en algún momento, no es culpa
de alguien, simplemente es algo que aun tienes en tu interior.
Si sale a relucir el miedo, tienes miedo en ti.
Si sale el enojo, odio o ira, es que aun vives con ellos, y es precisamente
esos sentimientos que aun forma parte de ti, los que no te permiten vivir a
gusto ni bien. Pero recuerda que tú no eres ellos.
A veces se dice “Es que me sacas de quicio”, queriendo justificar que el enojo
o la ira que relucen en ti, es por culpa de alguien, pero simplemente el
exterior es un detonante de algo que se tiene dentro. Así que cada experiencia
que se vive te permite irte conociendo.
Con ello, tal vez comprendas que el calificativo de malo, negativo, bueno o
positivo, tan sólo es mental, ya que son lo que son. Son oportunidades para ir
profundizando e ir conociéndote.
La justificación y la no aceptación, son síntomas que alimentan tu yo-mental y
ególatra, queriendo hacer creer a los demás e intentando engañarte a ti, que es
siempre culpa de los demás. Recuerda que tú no eres nadie más que TÚ, es la
identificación con la mente y lo que ella genera, lo que origina el
sufrimiento.
Observa, acepta, trabaja y ten paciencia, el cambio se hará presente en ti y
lograrás todo lo que anhelas.
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