KÁAHAL
EL GÉNESIS
Y fue que
era, como ahora es y será, cuando el Dios omnipresente me regaló la vida, para
que a la vez, yo la compartiera con cada uno de ustedes y formáramos Chan Kaah,
nuestra aldea…
Era un tiempo
sin tiempo, lleno de oscuridad, mi cuerpo de piedra y lodo, añejado por el
polvo del tiempo, estaba centrado en el mismo medio de la nada; pero el viento
soplaba mimoso sobre las caras de mi figura, esfinge de piedra que aferrada a
la tierra guardaba sus secretos, un hilo de agua entonces comenzó a recórreme
la savia así penetró en la piedra, en cada una de sus grietas, hasta llegar a
mi corazón. Supe ahí, que la vida se me estaba dando y aunque por mucho tiempo
carecí de la vista y el oído, escuchar el agua dentro de mi, me hizo ver el
paisaje más hermoso que nadie puede imaginar, me vi nacer.
La exaltación
me mantuvo ahí hasta que comencé, tras mis torpes orificios de la cuenca de mis
ojos, a ver la luminosidad que se daba ante mí… El fuego me regalaba el calor y
de entre sus llamas podía sentir el halito que penetraba entonces por mi nariz
aun de piedra; la magia me transformaba, cayeron los pedazos, uno a uno, un
cuerpo comenzaba a adaptarse a esta nueva vida, después de casi cinco mil años
de haber estado atrapado en el elemento… ¿y cómo es que estoy sintiendo
conciencia? , -pensé por un instante- pero la magia que invadió el momento me
llevaba como en un sendero de luz de conocimiento, entregándome lo que Hunab
Kub quería grabar en mi pensamiento, y yo sentía estar entre el letargo y el
despertar, intentando reaccionar, temblando ante el viento que soplaba,
reaccionado ante el agua que me limpiaba y podía pues sentir que ahora sonreía
alborozado y al sentir de nuevo el fuego deje de temblar. A cada momento el
mensaje del Dios y la misión encomendada me quedaba más clara. La antorcha, una
rama nacida de la misma piedra de la cueva, encendida ante mis ojos, pareciera
danzar para acompañar el mágico momento en que yo estaba cobrando vida… Solo,
pero acompañado de los cuatro elementos, me quede un momento inmóvil,
reconociéndome con las manos la piel que ahora ya cubría mi pequeño cuerpo
Reaccione al
sentir la vitalidad de mis ojos, al choque de mis pestañas y comencé a entender
y comprender el movimiento, pude entonces volver la mirada hacia abajo, para
ver en el charquito creado por el agua, el reflejo de mi imagen… sonreía,
chaparrito, pancita abultada, piel bronceada, -un poco cuarteada me dije- pero
debe ser por el tiempo, el tiempo suspendido en mi anterior forma. Me toque los
bracitos, bastantes flácidos, -pero nada que con un poco de ejercicio no se
pueda arreglar-, vi mi reflejo de nuevo, me puse en cuclillas, ví entonces mi
pronunciada nariz, mi rostro gracioso de mejillas y parpados abultados; pero
vivaz, despierto, con vida plena y felicidad total.
Abrí la boca
y me palpe con el dedo, -jummm pocos dientes- casi nada, pero así somos los
ancianos… Me entretuve mucho reconociéndome, moviendo mi cabeza de un lado a
otro, estirando el cuello, viéndome los dedos de mis pies… jijijijij, el gordo sobre
todo, me hacia mucha gracia, parecería que me hablaran, ellos dos, los deditos
gordos de los pies… Que comenzaron entonces a moverse, a baliar… “¡Deténganse!”
–les dije, pero ellos no me escuchaban-. “¡Deténganse!!”. Y fue entonces que
comprendí que la vida la tenía yo, y que sólo yo, era capaz de dejar de
moverlos… ¡Mágica vida! –Grite, una y otra y otra vez-
Abrí más los
ojos, para reconocer el universo que me rodeaba, la luz se intensificaba a cada
momento, me puse de pie y anduve por la cueva, fue cuando descubrí, sobre una
piedra de basalto negro, mis atuendos, este penacho hermoso… regalo de los
quetzales, el jade, el ámbar y el coral… Mi taparrabo tejido por los árboles,
hecho de sus cortezas. Y el collar que los venados y el jaguar me regalaron…
Abrí mis
manos, pude ver el mapa de la vida sobre las palmas de mis diminutas manos,
-milagroso portento es vivir-. Y suspiré, suspiré tantas veces como me fue posible… Ahora este mágico hallazgo,
tenía que depositarlo en cada uno de ustedes; pero necesitaba el báculo
fantástico, y así tan etéreo como todo me había parecido hasta este momento, la
rama ardiente nacida de la misma piedra pareció cobrar vida y en un ritual
digno de nuestra raza, de la rama se formó mi báculo y fue coronado con el
sello del Dios Hunab Kub, la luz entonces irradió mi entorno y todo comenzó a
convertirse en esta hermosa selva que conocemos. Mis oídos se abrieron y
escuché, al viento, al agua, a los árboles, el canto de las aves, y el sonido
de todo ser viviente, esta acción me maravilló tanto que me dieron ganas de
llorar
Había
imaginado la vida, desde el centro de mi centro cuando fui de piedra y barro;
pero jamás de la extraordinaria belleza que ahora contemplaba, me mantuve unido
en las paredes internas de mi piedra brillando como el ámbar; pero ahora, la
libertad de poseer el aliento, hacía sorprenderme a cada paso dado, como hasta
ahora mismo me sorprendo pues brillaba, brilla y brillará la vida por siempre…
Tome mi
báculo y comencé a inquirirlos a cada uno de ustedes, la elección, me la daría
el instinto…
A Ti, Ka’
ansa (Cans’a) la sabiduría, el conocimiento, mi aprendiz, mi sucesor…
Luego tú, Ah
Izel (Aizel) el joven líder, el protector de la tribu.
La belleza,
ternura, dulzura e indulgencia vinieron de tu alma mi apreciada Mactzil
(Maczil).
Necesitamos
la alegría y el buen humor, y por eso te elegí a ti Péeka’an (Pecán).
La fuerza, el
espíritu aguerrido y el poder los percibí en ti Hak’óol (Acol)…
Y no podía
faltarnos el equilibrio, aunque tal vez se me haya ido la mano contigo, Xot’ita
(Chotita), pero aquí estás entre nosotros, aunque te cueste tanto trabajo
creer…
Y finalmente
tú pequeño aluchito nuestro…el más pequeño de todos, para recordarnos siempre,
que jamás debemos perder el vinculo con el niño que todos llevamos dentro, nuestro soñador Neeli (Noli).
Y comprobé
fervoroso que la elección fue idónea, inteligente e intuitiva.
Una tenue
lluvia de polvo se despejó de sus figuras al colocar mi báculo sobre cada uno
de ustedes y así como Hunab Kub, me dio el ánima a mi, yo se las he dado
ustedes.
Fue
maravilloso para mi el momento en el que escuché sus voces, fue tan emocionante
ese momento, que sentí la belleza de mi corazón latir, temblé; pero sabía que
este temblor era el resultado de la emoción que sólo la vida puede ofrecernos.
Nuestra tarea
es hermosa, pues deberemos entregar el verdadero mensaje de nuestros ancestros,
desde este mismo centro mágico de nuestro universo maya, hemos sido creados sin
precedente alguno para ser revelados ante los ojos de los humanos, somos los
Aluches, una tribu de duendes para brindar gustosos a chicos y grandes nuestra
filosofía y amistad a todos aquellos que habrán de seguirnos hacia la apertura
de la conciencia.
Hermosa
historia amiguitos; pero ya casi es hora del atardecer, el momento para meditar
y purificarnos, la noche con sus estrellas, habrán de traernos los sueños que
habremos de cumplir mañana.
El silencio
reinó y cada uno de nuestros amiguitos se encaminó hacia su espacio de
meditación, el Nool, sonrío, se apoyó sobre su báculo para incorporarse y
camino hacia su sitio, mientras una pequeña, y diminuta lucecita lo alcanzó,
para luego adelantarlo y guiar su camino, Noll la vio y sonrió, ella es Cocay,
la mejor amiga del Nool, una luciérnaga mágica, en un magistral vuelo entre
giros y molinetes se acerco hasta el oído del Nool, para susurrarle: -Te
olvidaste amigo querido de decir quien eres-
El Nool
esbozando una amable sonrisa la vio y asintió para casi musitar: Yo, soy NOOL
BALAM duende maya del linaje de los Aluches de la zona de Chiapas, de casi 5000
años, hortelano y sembrador de la paz y armonía en el planeta, un ser mágico de
luz. Mi labor esta dedicada a transmitir el verdadero mensaje que habla de paz
y esperanza, para formar un nuevo camino hacia la apertura de la CONCIENCIA
HUMANA, en donde la humanidad logre reconocer que no existe mejor ambiente que vivir en comunión entre todas las especies que
habitan el planeta.
Erradicar el
miedo y mostrar un camino iluminado. Lo único que deseo es estar en comunión
con todas y todos ustedes para caminar hacia el nuevo sendero que nos llevará a
todos los seres vivos a una nueva vida llena de satisfacciones, en donde la paz
y la felicidad habrá de representar toda acción.
…Y en la
selva, los colores del atardecer pintaron todos y cada uno de sus rincones, un
viento suave, delicado y calido acaricio al follaje, el Nool, suspiro
agradecido y siguió caminando pausadamente, rozando con el báculo lo que
encontró a su paso, para irradiarlo de vida, sonrío orgulloso, su tribu ahora esta
completa.
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